SIMBOLOGÍA
A primera vista el faro representa la luz que se proyecta para servirnos de guía, la luz del sol. También puede verse el faro como portador de buenas noticias, porque anuncia la culminación de las travesías felices. Pero de forma más profunda simboliza la eternidad, la constancia, la perseverancia, en la medida en que sufre incólume el embate de las olas de los mares más rebeldes. Enraizado en el remoto pasado, el faro ha tomado nuevas formas, incorporando la más alta tecnología, para conservar su función de alerta y bienvenida a los navegantes.
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MISCELÁNEA HISTÓRICA
Hacia el año 237 antes de nuestra era, el soberano egipcio Ptolomeo II ordenó al arquitecto Sóstrato de Cnido la construcción de una gran atalaya que sirviera de antorcha para los navegantes que buscaban la magna ciudad de Alejandría. La torre más alta construida por el hombre hasta entonces, se erigió en la isla de Pharo, y con el tiempo sería considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Los fenicios, grandes comerciantes y navegantes, de quienes heredamos el día de 24 horas, pudieron ser quienes llevaron el faro a las costas gallegas. La hermita de Nuestra Señora de La Lanzada está construida sobre un promontorio que albergó un faro fenicio, y que siguió siendo utilizado por los romanos. Asimismo, la Torre de Hércules, ubicada entre la ensenada de Orzán y el golfo Ártabro, es un faro romano de la antigua Brigantium. Data del siglo II de nuestra era, cuando gobernaba el gran conquistador Trajano. Fue obra del arquitecto lusitano Cayo Sergio Lupo. Reconstruido sucesivas veces, en la actualidad proyecta una luz que se divisa en el mar desde una distancia de 32 millas. Según la mitología, Hércules cortó la cabeza de Gerión y levantó el monumento tras enterrar sus restos mortales debajo.
En nuestros días el gobierno egipcio proyecta reconstruir el Faro de Alejandría, demostrando así el carácter perdurable de las nobles construcciones que guían a los navegantes.